Después de seis meses desde mi primera visita al osteópata, ¡cómo han cambiado las cosas!  Se han disuelto mis dudas y temores, y el cambio producido en mi malestar atroz antes y después de la regla ha sido espectacular.

Todo vino por el diagnóstico que me dio mi ginecólogo después de muchas pruebas: análisis, ecografías, resonancia magnética.  Llegó a la conclusión que mis reglas tan fuertes y dolorosas eran porque sufría una enfermedad que llamó endometriosis, dándome como solución, tomar anticonceptivos y ya está!

A mí, tomar la pastillita cada día, no me gustaba mucho. De jovencita lo había probado, consiguiendo unas migrañas descomunales que me dejaban en cama todo el día. Así fue como descubrí, a través de la experiencia de mi amiga, la osteopatía y cómo me podía ayudar.

El tratamiento osteopático ha consistido en ir una vez al mes a la consulta, procurando, dentro de lo posible, coincidir con los mismos días del ciclo. El osteópata me ha aplicado técnicas manipulativas suaves en las vértebras y el abdomen. También ha utilizado las llamadas técnicas manuales de vía interna (vaginal y rectal) para relajar los ligamentos que aguantan la matriz, las trompas y los ovarios. El resultado es una sensación muy grande de alivio y descanso, desapareciendo el dolor constante del bajo vientre. También han mejorado las relaciones con mi marido. Al pobre lo tenía amargado.

Hacia al final de la sesión me pone las manos en la cabeza. Eso siempre me gusta, me quedo relajada y me entra sueño. Por curiosidad le pregunté por qué lo hacía y me explicó que el objetivo de estas técnicas era conseguir quitar tensión en los tejidos que forman la base del cráneo. De esta forma mejora la circulación de una glándula que se llama hipófisis con la sana intención de normalizar la función de mis ovarios.

Con todo esto, mes a mes, he conseguido que mi ciclo menstrual se regule, apenas hay dolor y hago vida normal. La endometriosis continua ahí pero no ha avanzado, y no estoy tomando anticonceptivos!