Llega el verano, las chanclas y la fascitis plantar

Llega el verano, las chanclas y la fascitis plantar

En el artículo anterior hablamos de la fascitis plantar, sobre todo de cómo afecta a las personas que practican deporte, especialmente a los corredores. Pero no solo los deportistas sufren fascitis plantar, todo el mundo es candidato. Solamente hay que sumar unos ingredientes básicos y ya la tenemos instaurada en el pie. Uno de estos ingredientes es el calzado, en concreto, las chanclas.

chanclas y arco plantarHagamos memoria: la fascitis plantar se presenta como un dolor en la planta del pie, en la mayoría de los casos más intenso debajo del talón y se puede extender hasta la base de los dedos. El dolor es mucho más intenso por la mañana, justo poner el pie en el suelo, y va aflojando pasados ​​unos 20 minutos. Reaparece después de estar un largo rato sentados y apoyamos de nuevo el pie en el suelo. También si hacemos largas caminatas o estamos un buen rato de pie. Y si presionamos la zona, el dolor se reproduce, además de notar una cuerda fibrosa en la planta del pie.

Como decíamos, la fascitis plantar se origina por un sobreestiramento de la fascia plantar. Esta fascia, que funciona como un amortiguador del arco plantar del pie, no tiene suficiente fuerza para mantenerlo, y claudica.

En nuestra sociedad actual, pasamos muchos meses con los pies cerrados dentro de zapatos, botas o zapatillas. Un calzado que presenta una buena suela de goma que absorbe la fuerza del cuerpo al caminar. Una buena sujeción mediante los cordones. Y una forma interior anatómica, que facilita la acomodación del pie y, sobre todo, le da un buen apoyo en el arco plantar. De manera que durante muchos días al año vamos con los pies bien sujetos, bien apoyados y bien amortiguados. En definitiva, bien calzados.

 

El problema llega en verano, cuando aparece el calor, nos desatamos los zapatos y nos calzamos las chanclas. Unas chanclas que cuanto más frescas y ligeras, mejor. ¿Mejor? Quizás no tanto.

Si nos fijamos, pasamos de repente de un extremo al otro. En verano cambiamos ese calzado cerrado, atado, sujeto al pie, y que nos da un gran apoyo y estabilidad, por una chancla suelta, inestable, de suela bien delgada, y en la mayoría de los casos de suela plana.

Y aquí aparece el problema. El pie no está acostumbrado a ello, de repente el talón impacta sobre una suela más delgada y menos consistente, los dedos deben hacer fuerza «como una garra» para evitar que la chancleta nos marche del pie, y el arco plantar de golpe pierde ese apoyo y obliga a la fascia a trabajar. Recordemos, una fascia que llevaba nueve meses tranquila dentro de un zapato, bien apoyada y bien relajada.

Y, ¿cómo lo hacemos en verano? No es complicado. Por un lado, vigilar a la hora de comprarnos el calzado de verano.

  • Debería ser lo más anatómico posible, evitando suelas planas, y con un buen apoyo del arco plantar.
  • Ideal que esté atado al pie, de modo que los dedos no tengan que trabajar sujetándola.
  • Y la suela que se vea confortable y consistente.

¿Nunca más podremos llevar chanclas? Por supuesto que sí. El secreto es saber cuándo usarlas. Por ejemplo: si vamos a la playa en coche, y hemos de andar el trayecto justo del aparcamiento a la arena, no hay problema. Si quedamos con los amigos en la terraza de al lado de casa para hacer un aperitivo, ningún problema. Quedamos para ir al cine y se debe andar poco, ningún problema. Pero si nos espera una tarde de compras, un día intenso de turismo, un concierto de música de pie, o un día en el trabajo donde estaremos mucho rato caminando… mejor una sandalia atada y ergonómica.

Si a pesar de seguir estos consejos, notas molestias en el pie, no esperes a que se solucione solo. Consulta con el fisioterapeuta-osteópata para que la lesión no vaya a más y se pueda resolver en breve.


Si estás interesado / a o sufres fascitis plantar, contacta con nosotros para reservar tu cita.


Autores
Xavi Palau - Fisioterapeuta y osteópataFisioterapeuta y osteópata

Xavi Palau

Fisioterapeuta y osteópata deportivo y musculo-esquelético; pies, rodillas, hombros... todo lo que se mueve. Las manos aquí y los pies en la montaña. El hombre de la calma.

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